Párrafos
de la CARTA Nº 1, de K.H. a Sinnet.
Recibida
en Simla, hacia el 15 de octubre de 1880.
Aclaración: En esta carta, KH contesta
al señor Sinnet sobre una idea suya consistente en que los Maestros puedan dar
prueba de su existencia y de la verdad del Ocultismo (pruebas “visibles”), a
través de la producción de ‘fenómenos’ que no puedan refutar los incrédulos.
Durante la carta KH ofrece cautelosas y reflexivas consideraciones del tema,
explicando diversas razones de la imposibilidad de acceder al pedido de Sinnet.
A continuación solo he transcrito
párrafos de esta carta, la n° 1 de la larga serie que durante años KH y M
(Koot’ Hoomi y Morya) sostendrían con Sinnet, el editor de un importante
periódico inglés a fines del siglo XIX, seriamente interesado en las nuevas
revelaciones esotéricas que comenzaban a salir a la luz en aquella época.
… “¡Qué locos son aquellos que, especulando
sólo con el presente, cierran voluntariamente sus ojos al pasado cuando,
naturalmente, ya son ciegos respecto al futuro!” (…)
…Por lo que se refiere a la naturaleza humana
en general, es la misma ahora que era hace un millón de años: prejuicios
basados en el egoísmo; mala disposición en general para renunciar al orden
establecido de las cosas en favor de nuevos modos de vida y de pensamiento —(y
el estudio oculto exige todo esto y mucho más)—, el orgullo y la obstinada
resistencia a la Verdad, si ésta trastorna sus conceptos establecidos de las
cosas —ésas son las características de su época, especialmente de la clase media
y de la clase humilde. ¿Cuál sería, pues, el resultado de los más asombrosos fenómenos,
suponiendo que consintiéramos que se produjeran? Por mucho éxito que tuviesen, el
peligro aumentaría en proporción al éxito conseguido. Pronto no quedaría más
que seguir adelante, siempre ín crescendo,
o entregarse a esta incesante lucha contra el prejuicio y la ignorancia, y ser
muertos con vuestras propias armas. Se exigirían, y tendrían que facilitarse, una
prueba tras otra; se esperaría que cada fenómeno fuese más maravilloso que el
anterior. Su observación constante es que no puede esperarse que uno crea, a
menos que no lo haya visto ‘con sus propio ojos’. ¿Bastaría todo el curso de la
vida de un hombre para satisfacer la curiosidad de todos los escépticos del
mundo? Puede que resulte fácil aumentar el número inicial de creyentes en Simla
hasta llegar a centenares y a miles. Pero ¿qué pasaría con los centenares de
millones que no podrían ser testigos oculares? Los ignorantes —incapaces de comprender
la labor de ‘los operadores invisibles’— algún día podrían descargar su ira
contra los representantes activos visibles; en cuanto a las clases elevadas e
instruidas seguirían dudando y negando como siempre, desacreditándolos a ustedes
como antes. Haciendo causa común con la mayoría, usted nos reprocha nuestra excesiva reserva. Pero nosotros
conocemos un poco la naturaleza humana porque nos lo ha enseñado la experiencia
de muchos siglos, incluso de milenios. Y sabemos que mientras la ciencia tenga
algo que aprender, y mientras anide en el corazón de las multitudes una sombra
de dogmatismo religioso, los prejuicios del mundo tienen que ser vencidos ‘paso
a paso’ y no de golpe. (…).
… No tenemos más que recordar las recientes
persecuciones de médiums en Inglaterra, la muerte en la hoguera de supuestas
brujas y hechiceras en América del Sur, en Rusia y en los confines de España
—para convencernos de que la única salvación de los auténticos expertos en las
ciencias ocultas se encuentra en el escepticismo del público; los charlatanes y
los prestidigitadores son el escudo protector natural de los
"adeptos". La seguridad pública está únicamente garantizada
manteniendo en secreto, por nuestra parte, las terribles armas que, de no ser
así, podrían ser empleadas contra esa seguridad y las cuales, como ya se le ha
dicho, se convertirían en armas mortales en manos de los malvados y los
egoístas…
Párrafos de la CARTA Nº 2. Recibida en Simla, el 19 de octubre
de 1880 (misma temática)
“Muy Estimado Señor y Hermano:
No llegaremos a entendernos en nuestra correspondencia hasta que no haya
quedado plenamente establecido que la ciencia oculta tiene sus propios métodos
de investigación, tan fijos y arbitrarios como, a su vez, lo son los de su
antítesis, la ciencia física. Si esta última tiene sus leyes, también las tiene
la primera; y aquel que pretenda cruzar la frontera del mundo invisible no
puede decir por anticipado como lo hará, más de lo que un viajero que tratara
de penetrar en los recintos subterráneos internos de L'Hassa —‘la bendita’,
podría mostrar el camino a su guía. Los misterios nunca fueron y nunca pueden
ser puestos al alcance del público en general, no al menos hasta el día tan
anhelado en que nuestra “filosofía religiosa” se haya convertido en universal.
En toda época no hubo más que una minoría apenas apreciable de personas que
poseyeran los secretos de la naturaleza, aunque las multitudes hayan sido
testigos de su evidencia práctica y de la posibilidad de su posesión. El ‘adepto’(1) es la rara
eflorescencia de una generación de investigadores; y para llegar a serlo, tiene
que obedecer al impulso interno de su alma, prescindiendo de toda consideración
prudencial de la ciencia o de la sagacidad del mundo. El deseo de usted es que
se le ponga en comunicación directa con uno de nosotros, sin la intervención de
Madame B. ni de ningún médium. Su idea, tal como yo la entiendo, sería la de
conseguir esas comunicaciones, bien a través de cartas — como la presente— o
bien por medio de palabras audibles, para ser guiado así por uno de nosotros en
la dirección y principalmente en la instrucción de la Sociedad. Usted busca
todo esto y, sin embargo, como usted mismo dice, hasta el momento no ha
encontrado "razones suficientes" ni siquiera para prescindir de su
"modo de vida" francamente hostil a esta clase de comunicaciones.
Esto no es muy razonable. Aquel que quiera hacer ondear en lo alto la bandera
del misticismo y proclamar la proximidad de su reino, debe dar ejemplo a los
demás. Debe ser el primero en cambiar s« manera de vivir, y considerando el
estudio de los misterios ocultos como un grado superior en la escala del
Conocimiento, debe proclamarlo en voz alta, a pesar de la ciencia exacta y de
la actitud hostil de la sociedad.” (…)
………………………………
1- Adepto: Es el
grado de iniciación que convierte al alma humana en alma divina, ya liberada
del ciclo reencarnatorio, y puesta al servicio completo de la Gran Vida. Los
adeptos que se dedican a tomar discípulos de entre la humanidad son llamados
“maestros”.