Para todos quienes hayan mostrado interés en los llamados “Maestros de Sabiduría”, tan populares en las últimas décadas con el advenimiento de la conocida “New Age” y alrededor de quienes se tejieron todo tipo de fantasías e ilusiones, sería una acción “obligada”, a mi entender, el conocimiento y estudio de estas cartas. Aquí se transcriben ‘párrafos temáticos’ que aproximarán al lector al pensamiento de los llamados “Maestros” y a los principios por los cuales viven. Los manuscritos ‘originales’ de estas cartas se encuentran en el Museo Británico.

jueves, 12 de noviembre de 2015

2- LA NECESARIA ‘RESERVA’ DE LOS MAESTROS



Párrafos de la CARTA Nº 1, de K.H. a Sinnet.
Recibida en Simla, hacia el 15 de octubre de 1880.


Aclaración: En esta carta, KH contesta al señor Sinnet sobre una idea suya consistente en que los Maestros puedan dar prueba de su existencia y de la verdad del Ocultismo (pruebas “visibles”), a través de la producción de ‘fenómenos’ que no puedan refutar los incrédulos. Durante la carta KH ofrece cautelosas y reflexivas consideraciones del tema, explicando diversas razones de la imposibilidad de acceder al pedido de Sinnet.
A continuación solo he transcrito párrafos de esta carta, la n° 1 de la larga serie que durante años KH y M (Koot’ Hoomi y Morya) sostendrían con Sinnet, el editor de un importante periódico inglés a fines del siglo XIX, seriamente interesado en las nuevas revelaciones esotéricas que comenzaban a salir a la luz en  aquella época.


… “¡Qué locos son aquellos que, especulando sólo con el presente, cierran voluntariamente sus ojos al pasado cuando, naturalmente, ya son ciegos respecto al futuro!”  (…)

…Por lo que se refiere a la naturaleza humana en general, es la misma ahora que era hace un millón de años: prejuicios basados en el egoísmo; mala disposición en general para renunciar al orden establecido de las cosas en favor de nuevos modos de vida y de pensamiento —(y el estudio oculto exige todo esto y mucho más)—, el orgullo y la obstinada resistencia a la Verdad, si ésta trastorna sus conceptos establecidos de las cosas —ésas son las características de su época, especialmente de la clase media y de la clase humilde. ¿Cuál sería, pues, el resultado de los más asombrosos fenómenos, suponiendo que consintiéramos que se produjeran? Por mucho éxito que tuviesen, el peligro aumentaría en proporción al éxito conseguido. Pronto no quedaría más que seguir adelante, siempre ín crescendo, o entregarse a esta incesante lucha contra el prejuicio y la ignorancia, y ser muertos con vuestras propias armas. Se exigirían, y tendrían que facilitarse, una prueba tras otra; se esperaría que cada fenómeno fuese más maravilloso que el anterior. Su observación constante es que no puede esperarse que uno crea, a menos que no lo haya visto ‘con sus propio ojos’. ¿Bastaría todo el curso de la vida de un hombre para satisfacer la curiosidad de todos los escépticos del mundo? Puede que resulte fácil aumentar el número inicial de creyentes en Simla hasta llegar a centenares y a miles. Pero ¿qué pasaría con los centenares de millones que no podrían ser testigos oculares? Los ignorantes —incapaces de comprender la labor de ‘los operadores invisibles’— algún día podrían descargar su ira contra los representantes activos visibles; en cuanto a las clases elevadas e instruidas seguirían dudando y negando como siempre, desacreditándolos a ustedes como antes. Haciendo causa común con la mayoría, usted nos reprocha nuestra excesiva reserva. Pero nosotros conocemos un poco la naturaleza humana porque nos lo ha enseñado la experiencia de muchos siglos, incluso de milenios. Y sabemos que mientras la ciencia tenga algo que aprender, y mientras anide en el corazón de las multitudes una sombra de dogmatismo religioso, los prejuicios del mundo tienen que ser vencidos ‘paso a paso’ y no de golpe. (…).
… No tenemos más que recordar las recientes persecuciones de médiums en Inglaterra, la muerte en la hoguera de supuestas brujas y hechiceras en América del Sur, en Rusia y en los confines de España —para convencernos de que la única salvación de los auténticos expertos en las ciencias ocultas se encuentra en el escepticismo del público; los charlatanes y los prestidigitadores son el escudo protector natural de los "adeptos". La seguridad pública está únicamente garantizada manteniendo en secreto, por nuestra parte, las terribles armas que, de no ser así, podrían ser empleadas contra esa seguridad y las cuales, como ya se le ha dicho, se convertirían en armas mortales en manos de los malvados y los egoístas…




Párrafos de la CARTA Nº 2. Recibida en Simla, el 19 de octubre de 1880 (misma temática)


“Muy Estimado Señor y Hermano:

                                                        No llegaremos a entendernos en nuestra correspondencia hasta que no haya quedado plenamente establecido que la ciencia oculta tiene sus propios métodos de investigación, tan fijos y arbitrarios como, a su vez, lo son los de su antítesis, la ciencia física. Si esta última tiene sus leyes, también las tiene la primera; y aquel que pretenda cruzar la frontera del mundo invisible no puede decir por anticipado como lo hará, más de lo que un viajero que tratara de penetrar en los recintos subterráneos internos de L'Hassa —‘la bendita’, podría mostrar el camino a su guía. Los misterios nunca fueron y nunca pueden ser puestos al alcance del público en general, no al menos hasta el día tan anhelado en que nuestra “filosofía religiosa” se haya convertido en universal. En toda época no hubo más que una minoría apenas apreciable de personas que poseyeran los secretos de la naturaleza, aunque las multitudes hayan sido testigos de su evidencia práctica y de la posibilidad de su posesión. El ‘adepto(1) es la rara eflorescencia de una generación de investigadores; y para llegar a serlo, tiene que obedecer al impulso interno de su alma, prescindiendo de toda consideración prudencial de la ciencia o de la sagacidad del mundo. El deseo de usted es que se le ponga en comunicación directa con uno de nosotros, sin la intervención de Madame B. ni de ningún médium. Su idea, tal como yo la entiendo, sería la de conseguir esas comunicaciones, bien a través de cartas — como la presente— o bien por medio de palabras audibles, para ser guiado así por uno de nosotros en la dirección y principalmente en la instrucción de la Sociedad. Usted busca todo esto y, sin embargo, como usted mismo dice, hasta el momento no ha encontrado "razones suficientes" ni siquiera para prescindir de su "modo de vida" francamente hostil a esta clase de comunicaciones. Esto no es muy razonable. Aquel que quiera hacer ondear en lo alto la bandera del misticismo y proclamar la proximidad de su reino, debe dar ejemplo a los demás. Debe ser el primero en cambiar s« manera de vivir, y considerando el estudio de los misterios ocultos como un grado superior en la escala del Conocimiento, debe proclamarlo en voz alta, a pesar de la ciencia exacta y de la actitud hostil de la sociedad.” (…)




………………………………
           

1- Adepto: Es el grado de iniciación que convierte al alma humana en alma divina, ya liberada del ciclo reencarnatorio, y puesta al servicio completo de la Gran Vida. Los adeptos que se dedican a tomar discípulos de entre la humanidad son llamados “maestros”.





1- UNA INCURSIÓN EN “LAS CARTAS DE LOS MAESTROS”




INTRODUCCIÓN A ‘LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS’

Mahatma, del sánscrito, significa “gran alma” (maha: gran; atma: espíritu o alma).



Título original:

THE MAHATMA LETTERS to A.P. Sinnett, from the Mahatmas M. & K.H.
(LAS CARTAS DE LOS MAESTROS a A.P. Sinnet, de los Maestros Morya y Kut’ Humi)



Trevor Barker (compilador y primer editor de “las Cartas”) escribió en su ‘Introducción’ a la Primera Edición de este libro:

"Es bien sabido, entre los estudiantes de Teosofía y Ocultismo, que las doctrinas filosóficas y éticas que se dieron al mundo a través de la Sociedad Teosófica durante los dieciséis años que siguieron a su fundación en 1875, procedían de ciertos Instructores orientales que se dijo que pertenecían a una Fraternidad Oculta existente en la fortaleza Transhimaláyica del Tibet. H.P. Blavatsky, quien junto con el Coronel Olcott fundó la Sociedad Teosófica, reconocía como sus Maestros a estos Hermanos orientales, afirmando no solamente que ‘Ellos existían’, sino que ella misma había recibido enseñanza e instrucción directa de dichos Maestros durante su permanencia en el Tíbet y que, por lo tanto, podía hablar con conocimiento de causa por su propia experiencia personal.

Pero no fue hasta 1880 que se consiguió otro testimonio más. En ese año, A.P. Sinnett, que entonces vivía en la India, por mediación de Madame Blavatsky pudo ponerse en contacto por correspondencia con los propios Maestros a los que ella se refería, indistintamente, como 'los Hermanos', 'Los Mahatmas' (Grandes Seres), y posteriormente, 'Los Maestros de Sabiduría'. Durante el curso de esa correspondencia que abarca desde 1880 a 1884, el señor Sinnett recibió muchas cartas de los Mahatmas M. y K.H., los Maestros en cuestión.


Son esas comunicaciones originales las que se compilaron y publicaron por primera vez en Londres, en diciembre de 1923, con el título: 'Las Cartas de los Mahatmas a A.P. Sinnet'.

Gran parte de lo que se llama hoy Teosofía proviene (a partir del siglo XIX, en que se fundó la Sociedad Teosófica), de las enseñanzas y enunciados presentes en estas cartas a Sinnet. Podríase afirmar que el valioso contenido de estas cartas y la obra escrita por H.P. Blavatsky (con ayuda de los Maestros): “La Doctrina Secreta”, han sido los dos materiales que impulsaron, desde la segunda mitad del siglo XIX, una gran revolución del pensamiento, principalmente en el mundo occidental, que se expandió en el siglo XX y hasta nuestros días.
Si bien las cartas escritas a Sinnet trataban a veces de temas referentes a la solución de problemas referidos a situaciones y circunstancias de aquella época particular, las cartas reflejan en todo momento al espíritu que las impulsó, mostrando conceptos muy valiosos, que no mueren con el cambio de época, y de lo cual se extraen Enseñanzas y Valores universales.

Para los que duden de la autenticidad de estas correspondencias, diremos que las cartas fueron escritas directamente por los dos Maestros citados, KH y M., y los originales se encuentran en el Museo Británico. En 1952, todos los manuscritos de las Cartas de los Mahatmas entregados al Museo Británico fueron microfilmados por orden de los Administradores del Fideicomiso. Las autoridades del Museo habían reunido el material en siete volúmenes, con su acostumbrada y exquisita competencia y cuidado, y los siete volúmenes quedaron reducidos a cuatro rollos de microfilms. Las copias de estos cuatro rollos se han enviado a diferentes organismos mundiales; a la Sociedad Teosófica y a otros, incluyendo la Biblioteca del Congreso de Washington, reduciendo así al mínimo la pérdida que representaría para la humanidad si los originales fueran destruidos en otra guerra; (en la segunda guerra mundial se destruyeron valiosas obras de arte, ciencia, literatura, esculturas, etc. La decisión de enviar copias de “Las Cartas”, en microfilms, a diferentes sitios fue preventiva, para evitar que estos valiosos documentos pudiesen desaparecer entre las ruinas de otra guerra).